En la antología Peoeple Take Warning; Murder Ballads & Disaster Songs, 1913–1938, Thomas Alan Waits escribiría la introducción al insert que acompaña la compilación: “Las canciones deben ser herramientas para vivir, donde una comunidad complete pueda voltear y lamentar la pérdida de alguien y plantar sus canciones como semillas. Estas canciones son el jardín salvaje que ha crecido de aquellas semillas”. Y aunque ese texto se refería directamente a la música durante la gran depresión estadounidense, el músico de Pomona ha hecho lo mismo con su cancionero. Han pasado 38 años desde la edición del su primer disco, Closing Time. Apenas hace unos meses el músico de fondo de cenicero nos regalaba Bad As Me, y con cada año que pasa, su discografía sigue mutando a lares que la expectativa no puede consumir; su público lo es todo y el los alimenta con respeto. Aquellos que le debemos devoción a cierto grado; a su persona y a aquel jardín salvaje con arboles robustos y hiedra venenosa.
Tom Waits cumple el día de hoy 62 años, el hombre que niega la tercera edad y la mula terca que si bien ha envejecido, no dejara que la complacencia se apodere de su cuerpo. Hablamos de un hombre de temple; de esos personajes que en la búsqueda se convierten en leyenda. Hablamos de la tentación, la religión, el misterio. Dejar de fumar para volver a hacerlo, de doctores de autopista y vendedores de antigüedades. El herrero de humor sarcástico. El ventrílocuo de excentricidades. El mago de la barulla nocturna. Un maquinista de trenes descompuestos que se dirigen al centro de la ciudad para terminar en una calle pidiendo cambio para el autobús.
Es costumbre festejar un aniversario; más si es de algún amigo o familiar. Thomas Alan Waits sin embargo, personalmente, ha sido más que un amigo. Confidente tanto de la negligencia y el atino de mis decisiones. Donde encontré la música que emociona un corazón hambriento, he envuelto igualmente las promesas que continúan invocando el futuro de mi existencia para contarla como si fuera una novela de amores perdidos, encontrados, trajes y corbatas de menos de 20 dólares, bebidas a mitad de la noche, ataques al corazón, calles y nombres; lugares y objetos.