El primer largo de Lorena Quintanilla y Alberto Gonzalez bajo el nombre de Lorelle Meets The Obsolete es un puño de pólvora; un termómetro de fricción en technicolor: en On Welfare la unificación de los elementos es la sustancia con la cual el tiempo que corre deja entreverlos; como si el recelo por las mismas composiciones abundara en el dúo y les permitiera contar un secreto a voces calladas: todo el paso del material se percibe como si se tratara de un ritual, que funciona por medio de la empatía, y que se yuxtapone ante la propia percepción del mismo: como si la misma recepción de la música no importara tras las intenciones del dúo. Es eso mismo que hace encantador al material. Hay tantos sonidos que la saturación es sustancial, pero el grupo sabe sobrellevarlo, saben cómo modular el flujo de su ruido en una práctica casi catártica. Hablamos con Lorena y Alberto sobre su música, la (in)consciencia del ruido, la escena mexicana, Heidegger y, claro está, acetatos.
On Welfare, editado por el sello estadounidense Captcha, de inicio a fin se convierte en el testamento del garaje moderno; aquel que se vierte diluido en una cámara obscura que permite ver una diapositiva borrosa de las consecuencias del ruido. La eficacia con la cual el grupo de Guadalajara, quien ahora se ha relocalizado en la capital del país, se embarca durante su primer largo a una promesa con runa; aun hay mucho que resolver y aun mas por que hacerlo. Al cuestionarles sobre On Welfare Lorena lo define como “Un disco que no veíamos venir” y continua: “En ese entonces teníamos otra banda, pero como éramos más integrantes, era muy difícil avanzar. Llevábamos años grabando un disco. Yo me quedé sin trabajo y comencé a tener otro ritmo de vida que ya no coincidía con los de la banda. Componía más canciones y no me esperaba a construirlas en conjunto. Así que las iba llenando de capas de guitarras y de voz. Cuando Alberto tuvo unas vacaciones de su trabajo le propuse que las grabáramos para no olvidarlas. Porque además era la primera vez que componía de una manera tan personal. Para mí, grabarlas era como cerrar un círculo de una mala etapa. Nunca imaginé lo que sucedería con ellas. A su vez, fueron el pretexto para formar una banda a dúo entre Alberto y yo, porque estábamos un poco cansados de tener banda con tantos integrantes”. Aquella banda es Soho Riots y si bien Lorena y Alberto practican similitudes musicales tales al grupo en el que militan, el dúo en el que pasan su tiempo actual por alguna razón brilla de maneras diferentes. “En cuanto a la música, ambos tenemos una relación muy íntima con nuestras canciones y hablamos de temas muy personales. Creemos que es la mejor manera para mantenernos honestos en lo que hacemos” se suelta Lorena sobre cómo funciona un grupo como LMTO a lo que Alberto remata: “Y en la forma en que operamos, no tomamos decisiones a la ligera. No tocamos sólo por hacerlo. Buscamos abrir caminos y romper círculos en los que no creemos, que nos afectaron en nuestras primeras bandas. No queremos convertirnos en lo que odiábamos cuando empezamos. Creemos en la cooperación real y el apoyo mutuo. Por todo lo anterior, nos lleva mucho tiempo tomar cada decisión porque nos hemos dado cuenta que las consecuencias son demasiadas y a veces inesperadas”.
Fácil es enamorarse del ruido que saben proporcionar. Saber por qué es difícil. Y Alberto deja entrever que, aun cuando las decisiones del grupo son calculadas, la creación viene de un plano diferente: “Yo creo que partimos de un nivel consciente y las canciones se generan en un plano completamente azaroso”. El grupo sin duda es un caramelo difícil; hace poco mencionaba como prefería música que no fuera condescendiente y el mejor ejemplo que pude dar fue el hecho de cómo la comodidad nos ha querido convencer a cortar mantequilla con un cuchillo caliente, pero siempre habrá quienes, en cambio, intenten cortar metal oxidado con un pedazo de papel. Ellos demuestran que un dúo puede lograr una colisión severa con cualquier elemento que se les ponga encima: “Escogemos a conciencia los pedales, guitarras y amplificadores que usamos. El equipo que nos ayuda a grabar está seleccionado con base en nuestro presupuesto. Sin embargo, el resultado de aprovechar todas estas herramientas es como aventar una moneda al aire. El sonido que se genera es lo que sabemos hacer y con lo que nos sentimos cómodos. Jamás podríamos hacer una canción pensando en resultados específicos como `voy a tocar un riff que ponga a bailar a la gente o voy a crear una pieza que permita ver mis pedales todo el tiempo para lucir interesante’. Creo que si decides "conscientemente" el sonido de tus canciones sería como pretender ser alguien más. Como aquellos que se suben a un escenario soñando que son Axl Rose”. Y no cabe duda que en las palabras de Alberto la honestidad no se deslía.
"Yo creo que partimos de un nivel consciente y las canciones se generan en un plano completamente azaroso”
No abusan del tiempo ni de sus circunstancias, por que toman puntos que pareciera que nadie ha tocado. Las influencias sonoras son obvias, pero el resultado es esquivo y al tratar de entender mas allá la música del dúo cuestionarles sobre las influencias ajenas a la música podría darnos una pista: “Fuera de la música, nos ayudó la literatura. Las letras de las canciones, antes de serlo, fueron cuentos que escribí durante ese mismo año. Los trabajé y adapté hasta que se convirtieron en las historias detrás de cada tema. Otras líneas fueron inspiradas en poetas y filósofos que leía en el momento para completar mi tesis. Por ejemplo, Taken está inspirada en textos de Heidegger y These Days en un poema de Roberto Juarroz”. La introversión particular del grupo ante sus prácticas y su entorno los ha llevado a caminar: su nuevo hogar, la Ciudad de México, les ha brindado un contrapunto amplio: “Desde que nos mudamos al DF encontramos un espacio de reflexión muy crítico sobre lo que hacemos” apunta Alberto: “Muchas personas nos han ayudado a reforzarlo, pero los que se llevan mayor crédito son nuestros amigos Richie y Leila. Ellos han sido responsables de grandes proyectos como el Garage y el Festival MtyMx, ambos en Monterrey. Con ellos tenemos grandes pláticas, casi terapéuticas sobre nuestro sentir en la escena musical y cómo contribuir en ella” y se suelta con los nombres y aquellos con quienes comparten enfoque: “Compartimos la visión de Gaby de Mentira Mentira de no atarnos a ningún lugar, las ganas de Alfonso (Estándar) por registrar el acontecimiento cultural nacional. Nos sentimos muy inspirados por Los Llamarada. Admiramos la juventud de Ty Segall, la prolificidad de Kurt Vile y John Dwyer y la intimidad de Adam Granduciel”.
Y no hemos hablado del disco. O al menos lo hemos hecho pasando por el de puntitas. On Welfare fue editado solamente en acetato por el sello estadounidense Captcha “Quienes sólo nos han dado amor y buena vibra”. En palabras de Alberto: “Captcha es un sello con base en Chicago dirigido por Benjamin Funke y Hoops. Entre sus filas están varias bandas de la llamada diáspora de Columbia como Lazer Crystal y Mahjongg. También hay algo de Epsilons, la primera banda de Ty Segall, Thee Oh Sees, Nothing People, Factums: muchas bandas capaces de volarle la cabeza a cualquiera” y Lorena completa la admiración por el sello: “Llevamos una excelente relación con Captcha. Principalmente con Ben que es con el que tenemos más comunicación. Siempre ha habido mucha cercanía y creemos que nos hemos entendido ideológicamente con ellos, quizás es por eso que seguimos colaborando y seguiremos, pues hay muchos planes a futuro con ellos. En marzo los conoceremos en persona y estamos muy emocionados”. ¿Y por qué solo en acetato? “Cuando armamos On Welfare, lo compartimos sólo con disqueras que editan en acetato y en pequeñas cantidades. Es fascinante que el vinil sea un bien completamente artesanal. Creemos que nuestra música también” responde Alberto y descubre el gran amor y dedicación al acetato. De alguna manera, en perspectiva, la intimidad, encanto y fuerza del disco no serian tan poderosas de no haber sido cubiertas en plástico negro: “La intimidad que guarda el vinil es ideal para la cercanía que mantenemos en nuestra música porque es un formato que forma un lazo muy fuerte con el oyente. Un acetato simplemente no te permite tomar lo que escuchas con poca seriedad porque sabes que debes estar ahí para cambiarlo de lado”. El dúo tiene tanto de My Bloddy Valentine como de The Velvet Underground; se mueven en un plano cercano al blues norteamericano contaminado por la esencia del ruido rosa en vías del Swans más tranquilo y se permiten contraer el carisma de la independencia moderna como Triángulo de Amor Bizarro: hay tanto como actitud como un sentido de distracción y vulnerabilidad; algo que explotan exponencialmente en directo, como si el recelo por las mismas composiciones abundara en el dúo y les permitiera contar un secretos a voces calladas: sin duda hay una intimidad peligrosa; durante todo el disco se genera tanta tensión mas en pocos espacios se libera y solo mantiene flotante. On Welfare suena tan distinto en registro y en vivo: el grupo usualmente tiene que vérselas en propias formas para llevar su dosis de rumor a las tablas: “Nos sentimos muy bien tocando en vivo. Cada vez mejor. Justo se cumplió un año desde que empezamos y no hemos parado, entonces tenemos más seguridad en el acto. Además hemos aprendido muchísimo de los músicos que invitamos para las presentaciones. Es muy enriquecedor estar con amigos como Chivo (Los Mundos) o Héctor (Nos Llamamos) porque son muy talentosos. Ésa misma dinámica nos ha hecho sentir más seguros de incluso presentarnos como dúo. Como realmente somos”.
"La intimidad que guarda el vinil es ideal para la cercanía que mantenemos en nuestra música porque es un formato que forma un lazo muy fuerte con el oyente"
Y después de repasar On Welfare, hablar con sus creadores y sus ideales, estudiar las promesas y cumplidos del dúo se convierte en una tarea mucho más clara. En alguna platica buscando definir su propuesta de manera simple, salió una sencilla negación con su espacio geográfico, donde él "Es que no suenan a mexicanos" termino siendo corregido rápidamente a "No suenan de este planeta". Y es que con poca o mucha determinación, no es difícil encontrarle cinco patas a la propuesta del grupo; y todo lo tiene a su favor. Si bien el sonido de la banda es errante, poseen una abreviación digerible y tangible; son por igual un misterio como fáciles de escuchar. Su encanto es una miga prendida en medio de un campo; y todo lo demás está listo por quemarse. Acaban de editar un 7 pulgadas y Lorena promete un año ocupado: “Lo que queremos es nunca dejar de grabar, colaborar y ayudar en lo que podamos en nuestro entorno. Tocar en lugares de México a los que no hemos ido y salir del país. En marzo saldrá el segundo LP, iremos a Austin y esperamos quedarnos un poco más de tiempo por allá” con lo cual, con toda esa humildad posible, arraigamiento y dedicación, tanto Lorena como Alberto, dejan en claro que la promesa no cae en oídos sordos cuando estos han sido aturdidos por tanto ruido. Y más aun cuando la promesa fue aun mas del mismo.