2 de noviembre de 2010

Resena: Blonde Redhead - Penny Sparkle

Blonde Redhead
Penny Sparkle
(2010, 4AD) LP

Blonde Redhead puede ser uno de los grupos más odiados por la crítica moderna. No por nada se les hizo fácil destrozar los dos últimos discos de la agrupación neoyorkina; y no se logra eso sin tener que señalar; y en este caso, hay mucho por hacerlo. Penny Sparkle no es un gran disco teniendo en cuenta que al trió se le llamo alguna vez “como Loveless, pero mejor”, pero si es un gran disco en contenido: tiene todo lo que la juventud reza por descubrir en un álbum que abunda en sus costumbres, y donde los muchos “peros” que significativamente se le pueden adjudicar, son fuertes que no deberían distraer de diez canciones que le deben su nacer a ese pop etereo somnoliento e inclusive distraído. Venga; que Blonde Redhead decidió no repasar su pasado iluminado no es sorpresa, como muchos artistas con largas trayectorias, ellos no dependen de defender su material pasado en pro de una carrera presente; a pesar de sus fans y los críticos. Y en ese trayecto, que pareciera importar más que la música, se pueden ver los rastros de un grupo que prefiere transformarse y vestirse de maneras diferentes, aun cuando el resultado no de el ancho del nombre que defienden.

Penny Sparkle no tiene nada de aquel indie de la 4AD de los años noventa; nada de showgaze. Inclusive existen elementos de downtempo. ¿Podríamos crucificarlos por ello? ¿En serio vale la pena repasar otro intento del grupo para sobrellevar la edad? Es obvio que el trió lo hace; y logra, pero no causa vergüenza: Kazu Makino suena como si estuviera perdida en la simpleza que quieren simular los gemelos Amadeo y Simone Pace. Alan Moulder, quien mezclaría el álbum, ¿Lo habrá notado? La claridad del mensaje del trió es muy ambigua; cae en duda si en realidad consideran que lo que han logrado con este su último disco y el 23, su pasado, es un paso adelante, o en realidad se han acomodado a resentirse por burlarse de su público.

Quizás hayan perdido muchos fans desde el registro pasado; pero Blonde Redhead ha ganado otros. Quizás ya no se aparentan con My Bloody Valentine, pero maniobran con el presente junto a Beach House, por ejemplo. Al último Penny Sparkle se defiende solo por seguir en pie después de tanto abuso; su definición en bruto podría ser de cómodo, pero eso no le quitara al material la capa de interesante con la que igualmente se arropa.