Por allá en tiempos del emperador Claudio, Valentín De Terni era un afable sacerdote que iba en contra de la idea romana de que los jóvenes no podían casarse (esto debido a que en ideas del propio Claudio, los jóvenes sin ataduras eran mejores soldados). Valentín entonces llevaba a cabo matrimonios secretos entre jóvenes enamorados. Claudio lo descubrió y ordeno la muerte del mismo; pero como todo santo no se va sin milagro, Valentín le regreso la vista a Julia, su hija que había nacido sin ella como respuesta al intento de ridiculización por parte Asterius, su encarcelador, quien al ver tal acto, se convertiría en cristiano al momento. Esto aun así no pudo salvar al futuro santo, quien murió, se dice en el lejano año 270 un 14 de Febrero. 1742 años después a Valentín de Terni seguro le daría un ataque al mero corazón el ver en lo que se ha convertido su santo. El famoso Día del Amor y la Amistad, como lo llamaría tu hermana en secundaria o "ese invento para fomentar el consumismo" como lo definiría ese amigo tuyo que lleva varios años soltero, es una más entre tantas celebraciones que nos obligan a redefinir el verdadero significado de esa cosa llamada "Amor". ¿Qué es? ¿De dónde proviene? ¿Acaso es cierto que el enamoramiento solo dura tres meses? Como sea, DONUTS ayuda a los enamorados, los que lo perdieron, los que lo andan buscando y quienes ya no se lo quieren encontrar, y de esta manera repasamos diez discos, que consideremos esenciales en la colección del romántico mas empedernido.
(1978, Asylum) LP
Si le das la vuelta a la portada de aquel azul disco de 1978 podrás ver al de Pomona encaminando una mujer al filo de su auto. Ella es Rickie Lee Jones, entonces chica del cantautor, y ya abriendo la pequeña caja, encontraras a Jones abrazando fuertemente a Waits mientras él, con el brazo levantando dedica un cigarro al cariño. Blue Valentine es posiblemente el disco más romántico del músico: aquí colisionan todos los elementos que Valentín de Tarín le sonreía: un pachuco caminando herido por la calle tal cual Montesco, un borracho y drogadicto que deja todo por una prostituta de Minneapolis que le ha escrito una tarjeta navideña y hasta se pone a corear una página de West Side Story con todo y cuerdas incluidas. Waits siempre le ha cantado al amor.
(1974, 20th Century) LP
Antes de que Barry White existiera, la sensualidad musical era otra. White desde su debut ya hacia malabares con los suspiros femeninos y en este, su tercer disco, White le hizo un regalo a todas las parejas. Desde entonces, los caballeros podíamos usar como armas cada canción que engalanaba aquella frondosa colección de invitaciones sublimes al dormitorio. Si bien el tiempo ha hecho que la motivación general que implica el sexo y el amor en las habitaciones de tantas personas esté relacionada con White, es gracias a este disco. Soul, funk, disco y mucho pero mucho sudor: White sublimaba cada deseo, toque y coqueteo con cuerdas, metales y bajos profundos, tanto como su aquella voz que convertía hielos en fuego.
(1967, Parrot) LP
Así como los ídolos adolecentes hacen de las suyas ahora, aun quedan las señoras copetonas (y las no tanto) que echan suspiros al aire cada vez que escuchan a Arnold George Dorsey, aquel cantante hindú-ingles que se cambiaria el nombre a Engelbert Humperdinck. Con sus patillas y pose de romántico empedernido encanto a varias generaciones con las interpretaciones de un cancionero que abriga al romántico de corazón. “El único sonido que escucharas es cuando susurre a tu oído: te amo, por siempre”, canta en There’s Is A Kind Of Hush, y su primer disco no le faltan esta clase de momentos: perdidas del amor, victorias del mismo, invitaciones y descripciones, todo sucede con tanta azúcar que el corazón de pone ligero y la sensación de amor sorprende al aire alrededor.
(1955, Capitol) 2x10”
El noveno disco de aquel caballero, el de ojos azules, es tan perfecto como el amor. Su perfección juega con la delicadeza de su fragilidad; perfecto en cada recelo y error: “¿Que es esa cosa llamada amor?” canta Sinatra preguntándole a su propia soledad. Ava Gardner había deja el barco con el que Sinatra zarpo; juntos había permanecido siete años y la mayoría de las canciones suevamente se ruedan atreves de la soledad, el encanto y la desolación de Sinatra. En Can’t We Be Friends, el ojos azules canta: “Pense que habia encontrado a la chica de mis sueños, ahora parece que la historia ha terminado, ella me dejara y dira: ¿Podemos ser solo amigos?". El dolor y la pena: su voz quiebra en tantos momentos, o pareciera que lo hace: notable su tesitura y aquella minúscula banda que le acompaña pareciera caminar con él mientras el frio lo ataca y tal como Hollywood, toda una sinfonía se escucha al final del camino.
(1971, Columbia) LP
Si bien el titulo del registro da una posible idea de lo que contiene, nada puede en realidad preparar a cualquier escucha a tal tremenda experiencia sentimentalista que es escuchar el tercer disco del músico canadiense. Acomodando el regocijo, la muerte y el romance, Cohen le canta al amor y al odio con la misma pasión. Su pluma enciende su lengua y sus labios imprimen el calor; en la horda quema Juana de Arco por un crimen de amor, Cohen le escribe a su amigo, su asesino desde Nueva York recordando aquel triangulo amoroso que compartieron y con las venas abiertas le recuerda a una mujer que el amor ha llamado a su nombre. Si bien el cantautor ha logrado momentos magníficos en su carrera, la emoción y la tristeza de escuchar su tercer disco puede salvar el amor en tiempos de cólera.
(1970, RCA)
En 1970 el príncipe de la canción hizo suyo el Teatro Ferrocarrilero; en medio de una lluvia de flores y una ovación en pie el aun desconocido cantante de la Ciudad de México, terminaba la ultimas notas de El Triste, aquella canción que lo llevo a conseguir el tercer puesto del II Festival de la Canción Latina. Ahí estaba Angélica María, Alberto Vázquez, Marco Antonio Muñiz con la boca abierta y para los demás que estuvieron ahí y el público en general debió de haber ganado el primer lugar. Aun así el tiempo ha sabido donde acomodar la voz de José José, allá donde los enamorados se encomiendan en sus historias y se empalagan tanto de su pasión como de su dolor. Su primer disco está lleno de estos momentos, donde la lirica interpretativa del cantante se expande con la expresividad de su voz.
(1988, Reprise) LP
Al final de Wicked Game, ese himno del romántico empedernido y contagiado por el dolor y la expectativa, Isaak, con esa garganta llena de terciopelo, deja escapar un capricho que deja helado: “Nadie ama a nadie”. En ese mundo en forma de corazón que Isaak había creado la expectativa de amar a alguien de verdad era la misma que de perderla. Ese disco tiene tanto de Presley como de Cash y el romance roto universal; era el final de los ochentas y un el día de hoy si la aguja cae sobre cualquier corte que el cantante californiano propina, a uno no puede más que darle dolor de pecho. De ahí, Isaak siempre continúo sobre esa vereda, pero es ese disco, su tercero, aflora minúsculos detalles que, como el amor, no se pueden explicar.
(1980, Factory) 7”, single
Ian Curtis la escribió para enmarcar la relación que estaba sobrellevando con su mujer: poco después se suicidaría y un mes después saldría editada por la Factory. Tan real la escena como fría; el amor no está separando de nuevo. Joy Division tenía varios hitos así, pero el sencillo póstumo que Ian dejo no escapa a la mente cuando de romance se trata: pero es ese romance envuelto en dudas, sin una gota univoca por que tiene tantos sentidos y significados que el cariño se confunde con la pena y el sufrimiento se funde con la pasión. Un himno del amor en vías de colisión; la banda sonora perfecta de la pérdida, la búsqueda y el triunfo: cuando todo sucede al mismo tiempo. Por igual recordemos aquella versión que Gira y su grupo le hicieron: aun mas dolosa.
(1975, Columbia) LP
Cuando su relación con Sara, su primera esposa, termino, Dylan, en contrario al elefante, era un caballero con una memoria que prevaleció para ser contada en un registro completo. Aun cuando el mismo poeta lo niega, Blood On The Tracks está lleno de referencias de su amor roto: y por qué no, del que aun tiene esperanza. En If You See Her, Say Hello Dylan remata: "Tuvimos un tropiezo, como los amantes a veces los tienen... y aunque nuestra separación me perforo el corazón, ella aun vive dentro de mí: nunca estaremos separados" y con ello deja, durante todo el disco, una marca que es imposible diluir: la del romance inolvidable.
(2002, Geffen) LP
Beck como Dylan (y por qué no: como tú y yo) pasaron por ese periodo de perdida. Pero lo que los diferencian de nosotros es que ellos volcaron cada momento de aquella pena en creación y en el caso de Beck, lo hizo de manera sublime. Hasta el día de hoy son contadas las vueltas que le he dado al Sea Change, y es que es imposible hacerlo con tanta carga emocional. El romance y el sufrimiento llevaron a Hansen a crear un disco fuera de las fronteras que él conocía y lo hizo de tal manera y clase que reivindico y dio un significado atemporal al amor moderno. Su peculiar Blood On The Tracks le ayudo a completar un circulo y vincularse con otros para fungir como guía y espectador de un romance el cual todos hemos vivido.