Godless Procession
Godless Procession
(2011, El Juicio Final)
En la presentación del disco, Victor Hugo Barón, cantante del grupo, recordó que Godless Procession es un “Grupo 100% tapatío”. En las líneas que acompañan la biografía incluida en con su primer disco presumen que el grupo “está integrado por músicos que se han mantenido en la escena dark gotica de la ciudad por más de una década”. Escucharlos nombrar esporádicamente fue una suerte en los años pasados. De hecho me los perdí en dos diferentes ocasiones, donde le abrieron a bandas que me apetecía su directo, pero por una cosa o la otra, el grupo de tapatíos se escapaba de mis escuchas. Después me entere que sacarían un LP; y como buen cazador me decidí a obtenerlo. Al final, conocí al grupo esa noche que presentaron este disco; en el recinto unos muchos, la media en edad era de más de 30 años; digamos 35. Detrás de mi había un allegado del grupo con el doble (quizás triple) de mi edad. Estaba bailando y repitiendo en unísono cada ritmo y palabra que salía de aquellas bocinas del Salón Púrpura. Venga, la edad es lo de menos, pero si, hipotéticamente, existiera un estudio de mercado para Godless Procession se decidiría que aquellos nacidos de mediados a finales de los setentas con un gusto obscuro del underground de su época, sin problema serian seducidos ante la invitación de un show del grupo: son adultos con trabajos estables, un closet repleto de negro con algunos pantalones de cuero, se niegan a cortar aquella melena que les cuelga debajo de sus hombros o en su caso la han perdido en una batalla inefable con el tiempo, y fácilmente pueden mencionar alguna anécdota en cualquiera de las locaciones de lo que fue el Quinto Poder. Y esto aplica a sus integrantes por igual.
Musicalmente es similar: lejano no está de todos aquellos totems que les precedieron y que ellos tienen la mirada encima: ecos de Fields Of The Nephilim, The Cult y Bauhaus: pero eso es obvio. Quizás la verdadera tarea es, en vez de nombrar que poco tiene Godless Procession para proponer, dictar lo que pueden promover. El grupo es tan pulcro en sus maneras que son buenos: muy buenos de hecho. En vivo Victor Hugo Barón es magnético: determina su acto entre la arrogancia, el teatro noir y un antro gótico en los ochentas. Su imagen encabeza la ausencia de imagen homogénea de la banda que fácilmente compensa con su actitud. De ahí el esqueleto contundente lo dan Rodolfo Cueva y Victor Guerrero; al bajo y la batería respectivamente; en especial Cueva cuyo bajo pareciera una retrospectiva al la historia del gótico musical mientras Cesar Eskalante y Alain Macias completan el combo a manera de detalles: aun así Macias no fue parte de la grabación donde Eskalante se encargo de los teclados. Así, existen dos Godless Procession: el de su registro y el que reclama su espacio en directo. Los dos comparten sin duda las instancias de su sonido, pero en directo el grupo suena aun más interesantes.
El hecho de que el grupo se animara a editar su primer disco en acetato es una gran manera de definir compromiso; solo 300 copias en acetato negro. Aun así hay mucho a que ponerle pero: si bien y por obvias razones no revise las 300 copias, la que me ha tocado a mi tiene una manufactura pobre. Por demás de que el empaque, en clásico folder, me ha tocado incómodamente mal pegado de los bordes (minorías en detalle me imagino) lo que realmente importa, la música, al dejar caer la aguja suena tal y como si la estuviera reproduciendo con una calculadora. Y no es que él lo-fi sea parte del registro, es que este no es ni en proporciones así. Grabado en los estudio de Nuevecuartos por Víctor Guerrero, batería del combo con fina supervisión y mezcla por Luis Ortega (de Drag-On y David Chason) el grupo en la contraparte digital de su álbum suena abierto, claro y redondo: cada elemento brilla y es exponencialmente mejor que ese acetato. La ironía. Ya en entrando en calor y dejando a un lado esto el disco es entretenido hasta cierto punto. Barón adapto para su voz y ritmo poemas de Susana Segovia sacados directamente de su libro Sacrificios y escribió dos más de su autoría donde se vuelca intermitentemente en la degradación emocional, esa de romanticismo obscuro; y la entonación dramática. Podemos decir entonces que el homónimo de Godless Procession si bien tiene mucho a su favor, lo tiene igual en su contra, certero podría parecer tachar o festejarle su contenido. Aquí el problema, si podríamos llamarlo así, es que como se mencionaba antes, Godless Procession es un grupo para un determinado concepto de persona y lo tienen muy arraigado: y seguramente ni siquiera es consciente; y por supuesto que muchos curiosos voltearan su mirada, pero igualmente como lo describia antes, cuando se habla del grupo tapatío quizás la verdadera tarea es, en vez de nombrar que poco tienen para proponer, dictar lo que pueden promover.