31 de octubre de 2011

Resena: Tom Waits - Bad As Me

Tom Waits
Bad As Me
(2011, ANTI-) 2xLP

Si el de Pomona ha sido cirquero, doctor, vendedor de antigüedades, trabajador del Salvation Army, soldado, poeta de lenguas muertas o pescador empedernido, en Bad As Me, su más reciente material después de siete años (Real Gone fue editado en 2004) vuelve a tomarse en serio aquellas pieles que le ha ido en bien crearse para el mismo, invadidas por el mito del músico californiano que es la misma fuerza que mantiene esa máquina de vapor a tono y rodando. Waits siempre tiene cartas que jugar cuando de su trabajo se trata; la peculiaridad de su obra es la misma insistencia del hombre en apostar por las chances menores y aquí, esta vez, se trata de un juego de velocidad y constancia, que en los pocos más de cuarenta minutos con los que el registro se hace de pie, a insistencia de Kathleen Brennan, esposa de Waits, el cantautor recorre las distancias más inhóspitas de su pasado en una forma con la cual no nos tenía acostumbrados. Es de arrebato común y debido distanciar la novedad del pasado pero es igualmente sano recordarlo y picotear su legado en pro de un entendimiento o búsqueda común. Y esto siempre ha terminado en resultados mágicos con Tom Waits como premisa. Musical y líricamente Bad As Me representa el mejor ejemplo de ello pero en caminos completamente separados. Líricamente, el léxico del hombre y su esposa en este su ya onceava colaboración juntos abusa de su inteligencia y conocimiento de la memoria vaga del calo norteamericano, la calidez y masculinidad y los guiños a terceros: desde Auld Lang Syne a Jelly Roll Morton pasando por Mick Jagger y Keith Richards por nombrar algunos; el dúo maravilla de Waits y Brennan tiene la materia gris para componer y producir todo un disco sin dejar solitario ni un solo espacio en marco de inflexión, exponiendo la cultura gramática que se saborea del aprendizaje real y la voluntad cruda. La delicia que es el encuentro con sus palabras es la magia de la misma letra que emociona. La baraja de palabras (y su entonación) se ha vuelto mucho más compacta y directa aun manteniendo la tenuidad común del par de escritores.

Musicalmente es otro tema: por sorpresa no cae muy lejos de la expectativa y ese es el factor decisivo de este registro; pero no nos detengamos ahí, que hacerlo sería adjudicarle a Waits un grado de predictibilidad que claramente no tiene: si bien los elementos que el músico comparte entre material y material son propuestas naturales que bien ha sabido darle filo, aquí se resienten de alguna manera como evocaciones del pasado. Como fan devoto, casi religioso del de Pomona, me gusta escuchar Big Black Mariah de Rain Dogs, pero si se me permite opinar, no tengo porqué escucharla de nuevo 26 años después como Satisfied en Bad As Me, ¡Con Keith Richards en la guitarra de nuevo! Son referencias que generan una voluble reacción a los detalles (unos más obvios que otros) y con Waits los detalles lo son todo. Kiss Me tiene aquella connotación que bien podría verse empalmada con Blue Valentines y gran parte del registro comparte ese terreno arenoso con Mule Variations; y así podríamos continuar con varios cortes donde podríamos señalar esa sensación de retrospectiva, que no es pecado alguno, pero, ¿Acaso alguna vez Waits tuvo que hacerlo? ¿Es necesario? El hombre de los pulmones de pipa quizás se entrego a la nostalgia y el repaso de sus ayeres pero la mencionada retrospectiva va de más con alguien con la cintura del tamaño que el músico posee. Con algunos movimientos menores, ha mantenido la misma alineación de músicos detrás de él durante los últimos años y podríamos apuntar a esta altura del juego que el músico tiene ya una formula (en el sentido más unortodoxo de la palabra). Independientemente si Waits, su esposa y sus músicos no han querido abandonar aquel fértil terreno de donde calcan las voluptuosas composiciones que engalanan cada vez el cancionero del músico norteamericano, simplemente, y hay que mencionarlo, nadie escribe canciones como aquel cantante de cabaret a punto de cerrar pero eso no justifica algo tan flojo como Bad As Me (y mucho menos cuando se habla de siete años que le separan de Real Gone) que tiene todos los elementos que hacen un disco de Tom Waits un gran disco, como costumbre.

Pero es aquello mismo lo cual se resiente en forma de confort. ¿Acaso el poeta de fondo de cenicero no ha querido arriesgarse? Si bien ha demostrado que la edad le ha ido a mejor a sus hombros, Bad As Me suena sin duda parte de lo que ya podríamos definir como la continuación natural de la trilogía que inicio desde Mule Variations (excluyendo Alice por razones estilísticas) y podríamos entenderlo como alguna clase de finalización de periodo en particular; lo cual no es aceptable de un artista como Waits que no trata a sus registros como despojos o cumplimientos de contrato, sino más bien como pequeños órganos cubiertos de latón y maquinaria listos para ser lanzados al mundo como hijos a quienes se les dedicaran estudios y análisis a la postre para su mejor entendimiento. La experiencia de escuchar el decimo séptimo disco del cantautor proporciona, con todos sus “peros”, varias gemas que fácilmente podemos ya cortar y acomodar en el anaquel de clásicos del cancionero del compositor y sus allegados: Get Lost es una festividad fresca, uno no puede dejar de sonreír y preguntarse al mismo tiempo el por qué nunca se le arrimo al rockabilly de esa manera; Last Leaf implora ser la respuesta de la simpleza, que tal como se noto anteriormente al hablar de la lirica, y este dúo con Keith Richards es el perfecto ejemplo de ello; Hell Broke Luce es de aquellas ametralladoras de metal y humo que suele acomodar a manera de reto de vez en cuando en sus materiales y la que cierra el disco, New Years Eve, abunda en la descripción poética y la melodía de pasión nostálgica.

Son ya diecisiete materiales de estudio y el hecho de que aun la emoción sonroja la expectativa de un nuevo disco es la un prueba de su culto y principalmente del legado que ha sabido forjar con cada paso que ha dado. Dicho esto, puedo asegurar, con precaución intensa, que Bad As Me es quizás uno de los peores discos de Waits. Y aun cuando quizás podríamos atrevernos a apuntarlo, considerar lo bueno que es igualmente deja entrever la calidad del cantautor: sin duda estamos quizás enfrente de uno de los discos del año, la inalcanzable carrera en contra de Waits es algo que no se gana. Es difícil saber, después de tanto análisis al que he puesto un disco con tan corta duración si es que denota algún tipo de truco en contra a una opinión acerca de lo mencionado, a leguas podemos hacer notar la poca relación que tiene cada tema con el otro, pero eso nunca ha sido un problema con los discos de Waits, lo incomodo es parecer cínico y apuntar que, si lo vemos con cierta perspectiva, podemos entrever en Bad As Me una obra de compromisos mutuos; ¿Es acaso el disco que su público quiere escuchar? Es difícil suponerlo; quizás el que esperaban, pero sería difícil creer que preferiríamos no tener al completo a aquella mula terca que no desea regresar al establo

Anteriormente mencionaba como Bad As Me es quizás uno de los peores discos de Waits; si se me permite, para cerrar el tema, me gustaría reformar aquella sentencia: Bad As Me es el peor de los mejores discos de Tom Waits.